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La Finca de los Huevos de Colores es un proyecto agroeducativo liderado por Sofía Marmolejo González, una niña con autismo que, a sus 11 años, se ha convertido en agricultora y empresaria.
Junto a su familia, ha logrado posicionar su producción de huevos de colores como una de las más buscadas en la isla. Sin embargo, la alta demanda ha superado con creces la capacidad de producción de la finca, que funciona como un modelo artesanal y sostenible.
Según explica Leticia González, madre de Sofía, el reto principal radica en la cantidad limitada de huevos que pueden producir sus gallinas, ya que esta varía según la temporada y las condiciones climáticas.
“Ha venido gente de diferentes partes de la isla, pero no hay manera de suplir la demanda. Nosotros tratamos de abastecer a la comunidad, a quienes visitan la finca y a nuestros clientes frecuentes, pero no somos una productora grande. Todo es un proceso natural y eso tiene sus límites”, señaló Leticia en entrevista con Sabrosia.PR
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Producción limitada y un cuidado especial
Actualmente, la finca cuenta con aproximadamente 90 a 100 gallinas ponedoras de distintas razas, incluyendo Black Minorca, White Leghorn, Easter Egger, Buff Orpington y Plymouth Barred Rock, entre otras. Estas aves, además de ser criadas en libertad, ponen huevos de colores naturales como azul, verde, marrón y blanco, lo que ha despertado el interés de consumidores que buscan productos frescos y sin intervención industrial.
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Sin embargo, factores climáticos como las lluvias y el calor extremo afectan la producción, ya que las gallinas detienen la postura de huevos cuando entran en muda o experimentan estrés por las altas temperaturas.
“Cuando hace calor, las gallinas comienzan a mudar sus plumas y dejan de poner huevos. Es un proceso natural que no podemos alterar”, explicó.
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Proyecto familiar y educativo
La Finca de los Huevos de Colores no es solo un negocio, sino también se ha convertido en un espacio de aprendizaje y empoderamiento familiar. Sofía lidera el proyecto con la ayuda de su hermana Patricia, su hermano mayor Juan Enrique y sus padres.
Patricia, quien también tiene autismo, estudia artes culinarias y elabora productos como cupcakes y polvorones, ofreciendo alternativas a quienes visitan la finca cuando la producción de huevos es baja.
Por su parte, Juan Enrique, maestro de agricultura, enseña sobre polinización, siembra de árboles y el cultivo de frutas, ampliando la oferta de la finca con productos frescos y sostenibles.
“Aquí no solo vendemos huevos, sino que también enseñamos sobre la naturaleza, la importancia de la autosuficiencia y la inclusión de personas con autismo en el mundo laboral y educativo”, destacó Leticia.
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Un futuro en expansión
Ante la creciente demanda y la necesidad de fortalecer la seguridad alimentaria en Puerto Rico, la finca se prepara para incubar sus propios pollitos y aumentar su producción de huevos en el futuro.
“Sin gallinas no hay huevos”, es el lema que adoptó Sofía.
“Queremos tener nuestra propia línea de gallinas para asegurar la disponibilidad de huevos y seguir promoviendo la agricultura sostenible. Sabemos que es un proceso que toma tiempo, pero estamos comprometidos con nuestra comunidad y con la educación sobre la alimentación saludable”, comentó la progenitora.
Actualmente, la finca ubicada en Corozal, recibe visitantes los sábados y domingos de 9:00 a.m. a 4:00 p.m. y ha logrado captar la atención de escuelas, campamentos y familias que buscan experiencias educativas y productos naturales.
Para más información puede comunicarse al 787-922-0017 o visitar su página en Facebook bajo el nombre Finca de Colores de Sofía.