El hielo ya no es solo un elemento funcional en la coctelería, sino también una oportunidad para impresionar.
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Cada vez más bartenders y amantes de la mixología están apostando por moldes creativos y elementos decorativos congelados para transformar un simple trago en una experiencia visual y sensorial.
Desde hierbas aromáticas hasta flores comestibles, el hielo se ha convertido en un lienzo perfecto para innovar.
Una de las formas más populares de decorar cócteles es utilizando hielos cristalinos elaborados en moldes de silicona con formas que van desde esferas perfectas hasta cubos gigantes. Estos no solo se derriten más lentamente, sino que también añaden un toque de sofisticación. Para lograr una transparencia impecable, el truco está en hervir el agua dos veces y dejarla enfriar antes de verterla en los moldes.

Otra técnica en tendencia es la de los hielos infusionados, que permiten congelar ingredientes dentro del agua para que, al derretirse, aporten sabor y aroma al cóctel.
Ramitas de romero, hojas de menta, rodajas de limón, pétalos de rosa o flores de lavanda son solo algunas opciones que funcionan tanto para decorar como para realzar el perfil sensorial de la bebida.
Este tipo de hielo es ideal para cócteles herbales como un gin & tonic o un mojito artesanal.
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En eventos especiales o celebraciones temáticas, algunos mixólogos van un paso más allá y optan por hielos con colores naturales, creados con infusiones de frutas o jugos prensados en frío.
Hielos de sandía, hibisco o maracuyá no solo resultan visualmente llamativos, sino que aportan una dimensión de sabor inesperada a bebidas como margaritas, spritzers o daiquiris.
Y para los más atrevidos, la tendencia de los hielos personalizados con logotipos o iniciales grabadas con calor ha empezado a ganar fuerza en eventos privados y barras de lujo. Esta técnica combina estética, branding y exclusividad en un solo detalle.
Ya sea para una noche entre amigos o para impresionar a clientes en un bar de autor, los moldes para hielo son una herramienta accesible que invita a explorar nuevas formas de expresión en el arte del cóctel.
Porque a veces, lo que realmente distingue una buena bebida no es solo el licor, sino cómo se sirve.