De la familia de las cucurbitáceas, la calabaza adopta un característico color naranja cuando está madura y puede llegar a alcanzar incluso más de 60 kilos. Se cultiva sobre todo en América y en casi toda la Europa continental, aunque sus variedades más pequeñas, como el calabacín, pueden sobrevivir casi en cualquier clima.
La calabaza se siembra en primavera y alcanza su madurez en agosto. Desde este mes, y gracias al grosor y a las propiedades protectoras de su piel, se conserva durante meses en buenas condiciones. En el momento de la compra es importante comprobar que sea fresca, que esté bien madura y firme.
Recomendada en dietas de adelgazamiento
Según la publicación Salud Vital, como todas las cucurbitáceas, la calabaza es muy baja en calorías y tiene un alto poder saciante, por lo que es muy recomendada en las dietas para adelgazar.
La pulpa, por ejemplo, no supera las 15 calorías por cada 100 gramos de producto debido a la presencia en su interior de una gran concentración de agua (94%) y a un bajísimo porcentaje de azúcares simples.
Al ser un producto de la huerta y una fruta de color amarillo o naranja, la calabaza es rica en vitamina A, en fibra alimentaria y en minerales como el potasio, calcio o sodio. Contiene también grandes dosis de vitamina C y betacaroteno.
Por tanto, su consumo regular es fuente de salud para nuestra piel y nuestro organismo. Está especialmente indicada para mantener un correcto equilibrio hídrico del organismo y de las mucosas.
Sus mil usos
De acuerdo al citado medio, además de servir de comodín para cualquier plato, tiene un amplio abanico de propiedades curativas para problemas de poca importancia.
Su pulpa triturada se utiliza como bálsamo para pequeñas inflamaciones cutáneas y su piel sirve de primer auxilio en cualquiera quemadura. Las semillas son muy buenas para prevenir las disfunciones de las vías urinarias y son un buen recurso contra la solitaria.