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Una visita al mejor restaurante del mundo

¿Alguna vez te has preguntado cómo es comer en el mejor restaurante del mundo? Vivimos la experiencia gastronómica de la Osteria Francescana

Llegar al lugar es una aventura por sí sola. Para llegar al pueblito de Módena en Italia tuve que tomar dos aviones, un taxi, dos trenes y una caminata de 20 minutos por el centro de la ciudad. Eso es solo una pequeña parte de lo que hay que hacer para comer en el mejor restaurante del mundo.

Una vez allí es muy entretenido explorar la ciudad. Módena está llena de encanto, de siglos de historia y de una escena gastronómica pequeña, pero con un corazón inmenso. Caminar por las calles de esta pequeña ciudad italiana es una experiencia en sí misma. Es casi como participar en un clásico de Hollywood de los años 60, pasear oliendo el aroma embriagador del Parmigiano Reggiano, escuchar el poderoso sonido del último modelo de Ferrari y comprar en tiendas muy boutiques que venden una extensa variedad de vinagres balsámicos hechos localmente. ¡Qué vista! ¡Qué sentimiento! Y todavía estoy a un par de cuadras del restaurante.

Tengo que ser sincero conmigo mismo, el viaje para comer en el restaurante de Massimo Bottura comenzó hace un par de meses, cuando se abrió el período de reserva. Tuve que despertarme en medio de la noche y presionar el botón de ‘refresh’ un millón de veces, solo para ser el primero en la fila y asegurar una mesa en el famoso restaurante. Me pregunté en varias ocasiones, ¿valdrá la pena? Mientras pueda experimentar la mejor comida de esta generación, estoy seguro que sí.

Tres meses después, allí estoy, observando el pequeño cartel de oro frente al edificio rosa que dice Osteria Francescana. Junto a mí están todos los afortunados que consiguieron una reserva y están afuera del local esperando que las puertas se abran y comience nuestro viaje culinario.

Una vez dentro, desde el primer saludo, me siento como la realeza.

Todo está impecable: la decoración, la pintura, el ambiente, la música, el servicio y los olores. Después de sentarme, me alisto para comenzar a trabajar. El primer deber es elegir un vino de su increíble colección y luego elegir entre el menú de degustación tradicional o el experimental. Cualquiera de las decisiones que tome, va a ser la correcta. ¡Es Massimo, no me puedo equivocar!

Cuando comienza el espectáculo, siento que estoy experimentando una orquesta en movimiento, cada pequeño detalle fluye, cada movimiento está coordinado, cada plato tiene una razón para estar en ese orden y, poco a poco, comencé a comprender la grandeza de Massimo Bottura, su esposa Lara Gilmore, el sous chef Takahiko Kondo y a todo el equipo de Osteria Francescana.

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En cada bocado, probé una parte de la historia del chef, dónde estuvo y cómo funciona su mente, y pude experimentar la cultura de generaciones pasadas. Es increíble cómo unos tortellini pueden transportarme al Italia den los años 50 o como una interpretación de lasaña a la cocina de mi madre. Más fascinante aún es saber que los ingredientes utilizados para cada receta han recorrido solo un par de millas para llegar al restaurante, y esa frescura hace toda la diferencia.

El haber experimentado el mejor restaurante del mundo fue una experiencia transcendental. Dicho esto, cuando se fundó en los años 90, la historia era muy diferente. Las personas no entendieron lo que cocinaban, ya que se encontraban muy adelantados a su tiempo, pero como siempre, si hacemos las cosas bien, la vida se encarga de recompensarnos. Para Massimo, Osteria Francescana es más que un restaurante, es un experimento culinario y una plataforma para fomentar las cosas importantes de la vida, tener un impacto positivo en el mundo y crear algo que durará por generaciones.

Para mí, Osteria Francescana, es historia, cultura, arte, innovación y perseverancia… su comida es solo una excusa para unirlo todo.

Paul E González Mangual es un escritor puertorriqueño, amante de la gastronomía de alta calidad, entusiasta del whiskey, adicto al café y fundador de  FOODIEcations.

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