Algo brilla por su ausencia en una nueva modalidad de bares que abren en todo el mundo: Las bebidas alcohólicas.
Estos bares le apuntan a personas que quieren mantenerse sobrias y ofrecen bebidas como cóctel artesanales sin alcohol. En el 0% Experiencia Sin Alcohol, un bar futurista de Tokio, la gente puede tomar una mezcla de vino blanco sin alcohol, sake y arándanos en vasos con el borde azucarado. Una tarde reciente en el Sans Bar de Austin, Texas, los clientes se sentaron en mesas al aire libre, con música en vivo, botellas de cervezas IPA sin alcohol y bebidas como mockarita de sandía, en la que se usa una alternativa a la tequila.
Los bares para sobrios no son un fenómeno nuevo. Aparecieron por primera vez en el siglo 19. Pero mientras que en el pasado estaban orientados a las personas que no beben alcohol o que se recuperan del alcoholismo, los nuevos reciben tanto a los sobrios como a los bebedores curiosos.
“Mucha gente quiere beber menos alcohol”, expresó Chris Marshall, fundador de Sans Bar.
Marshall, quien se mantiene sobrio desde hace 14 años, abrió el bar luego de trabajar como consejero de adictos. Pero calcula que el 75% de sus clientes también beben alcohol en otros bares o en sus casas.
“Es más fácil así”, comentó Sondra Prineaux, clienta habitual de Sans Bar. “No tengo que preocuparme de dejar el auto aquí y llamar a Uber para ir a casa. Y me despierto sin dolor de cabeza”.
Esta tendencia hacia la sobriedad es alimentada por iniciativas como la de Enero Seco, en el que la gente se compromete a no beber alcohol ese mes, y un creciente interés en hacer una vida más saludable, señaló Brandy Rand, director de operaciones en las Américas de IWSR Drinks Market Analysis.
El consumo de alcohol el año pasado en diez mercados grandes, incluidos Estados Unidos, Alemania, Japón y Brasil, cayó un 5%, de acuerdo con IWSR. El consumo de tragos sin alcohol o con poco alcohol, en cambio, aumentó un 1% en el mismo período.
El consumo de bebidas no alcohólicas o con poco alcohol sigue siendo mucho menor que el de las alcohólicas, pero Rand destaca que aumenta a un ritmo dos o tres veces más rápido que el de las bebidas alcohólicas.
Ese incremento es impulsado en parte por la aparición de nuevos productos. Desde los que ofrecen pequeños productores como Ritual Zero Proof —empresa de Chicago que vende whiskey, gin y tequila sin alcohol— hasta compañías grandes como Anheuser-Busch, que tiene una cerveza Budweiser Zero sin alcohol desde el año pasado.
“Tengo un problema magnífico: Demasiadas opciones”, declaró Douglas Watters, quien inauguró Spirited Away en Nueva York en noviembre. Vende cerveza, vino y otros tragos sin alcohol.
Watters dijo que el confinamiento por la pandemia del coronavirus hizo que se replantease su costumbre de cerrar el día con un cóctel. Empezó a experimentar con bebidas sin alcohol y en agosto decidió abrir su propio negocio. Dijo que muchos de sus clientes son sobrios, pero que también van mujeres embarazadas o con problemas de salud. Algunos se entrenan para maratones, mientras que otros solo quieren limitar la cantidad de alcohol que consumen.
“Hay mucha gente, sobre todo el año pasado, que analiza lo que bebe y cómo se siente”, expresó.
Joshua James, veterano barman, llegó a la misma conclusión durante la pandemia. Después de trabajar en la Friendship House, un centro que trata el abuso de sustancias, abrió hace poco el Ocean Beach Café, un bar sin bebidas alcohólicas en San Francisco.
“Quería desestigmatizar palabras como adicción, recuperación y sobriedad”, señaló. “Hay miles de razones para no beber tanto”.
Agregó que el coronavirus aceleró los cambios en los hábitos de la gente respecto al alcohol. Pero los confinamientos por la pandemia perjudicaron a los nuevos bares. Algunos, como The Virgin Mary Bar de Dublín y Zeroliq de Berlín cerraron temporalmente. Getaway, en Nueva York, pasó a ser un café para capear el temporal.
Billy Wynne, copropietario de Awake, en Denver, dice que sus clientes tienden a ser treintañeros o cuarentones, sobre todo mujeres. Algunas le dicen que llevan años esperando la aparición de un bar como el suyo.
“Esto no es una moda pasajera”, aseguró Wynne. “La gente no toma conciencia del impacto negativo del alcohol en su vida y luego cambia de parecer”.
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