Con hambre, sin vivienda y sin dinero estudiantes de la UPR en Río Piedras

Un nuevo estudio del Recinto encontró que el 62% de los alumnos sobrevive con $500 al mes mientras aumentan los costos de alimentos y transportación

Del Centro de Periodismo Investigativo

Uno de cada cuatro estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras (UPRRP) experimentó entre 2023 y 2024 inseguridad alimentaria, el 9% sufrió el sinhogarismo y un 62% sobrevivió con menos de $500 mensuales, según un nuevo estudio publicado en enero por el Instituto de Investigación Psicológica de la Facultad de Ciencias Sociales de ese Recinto.

Esta realidad precaria del estudiantado llevó a un 40% de la población estudiantil a considerar una baja total de la Universidad.

“La carga física y emocional de nuestro estudiantado con este cuadro de pobreza, de insuficiencia alimentaria, es bien fuerte. Tenemos el estudiantado más top, que pueden con esto [con la carga académica], pero no es solo poder, es por qué tenemos que poder en estas circunstancias, por qué no podemos tener un ambiente para aprender que sea óptimo para desarrollar vidas”, dijo una de las autoras del estudio, Yarimar Rosa Rodríguez, directora del Centro de Investigaciones Educativas de la Facultad de Educación.

Además de los desafíos que enfrentan los estudiantes del Recinto riopedrense en términos de alimentación, vivienda, transportación, materiales y equipos y seguridad económica, el estudio evaluó las necesidades de servicios para alumnos con diversidad funcional, salud y bienestar psicológico. Asimismo, se consultó la relación del estudiantado con el Recinto en materia de seguridad en el campus, actividades recreativas y sentido de pertenencia hacia la Universidad.

El estudio se publica en medio de la inestabilidad en el sistema universitario público, que incluye la renuncia del presidente Luis Ferrao el pasado 3 de febrero y la discusión sobre poner en moratoria 64 programas académicos con baja matrícula en los once campus de la UPR.

Desde el 2017, el sistema universitario público ha enfrentado recortes en su presupuesto, que han redundado en carencias de servicios y de ayudas a los estudiantes.

Debido a los ajustes impuestos por la Junta de Control Fiscal la UPR enfrentó la eliminación de “la fórmula” aplicada por la Ley 2 de 1966, y que le otorgaba el 9.6% del Fondo General del Gobierno de Puerto Rico. La asignación del Fondo General para la UPR se redujo de $911 millones en 2017 a $466 millones en 2022, es decir, un 49%. En el año fiscal 2023-24, la aportación del Fondo General a la UPR rondó los $441 millones, la misma cantidad aprobada para el presupuesto de 2025-26.

“La vida en el campus universitario se ha ido transformando con el tiempo, no solo con el impacto del COVID-19, sino que había sido impactada mucho antes. Y como la vida en el campus ha cambiado, desde lo sistémico y lo estructural, eso ha impactado la vida del estudiantado y eso se está reflejando en datos estadísticos”, explicó Rosa Rodríguez.

Alimentos caros y poco dinero

Aunque el hambre ha afectado a los universitarios por años, las crisis recientes, como huracanes, terremotos, la situación fiscal y la pandemia del COVID-19, “han exacerbado la situación alimentaria de las y los estudiantes”, reconoce el estudio.

“La inseguridad alimentaria ha sido una problemática verdaderamente alarmante hace años y más con el cierre de espacios de cafeterías y alimentos. Ahora mismo no tenemos ni siquiera el acceso que se tenía antes a Río Piedras a través del puente sobre la avenida Gándara, donde la comunidad universitaria transitaba hacia allá de forma segura. Muchos de los locales que existían allá también han cerrado”, dijo Astrid Lugo López, presidenta del Consejo General de Estudiantes (CGE) del Recinto de Río Piedras.

Los profesores a cargo del análisis explicaron al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) que en el proceso de investigación se toparon con estudiantes que desconocían que se encontraban en una situación de inseguridad alimentaria. Y es que este tipo de inseguridad no sólo ocurre cuando no se come, sino que también se manifiesta por medio de la disminución o limitación de la cantidad de comidas al día, deficiencias nutricionales y la calidad de lo que se ingiere.

“No hay nada más que visitar las facultades al medio día y uno observa en los lobby de las facultades que hay microondas, estudiantes haciendo filas, trayendo comida de sus casas, pero casi siempre es arroz blanco con algo por el lado”, comentó David Pérez Jiménez, director del Instituto de Investigación Psicológica de Facultad de Ciencias Sociales.

Los problemas para adquirir alimentos muchas veces llevan al estudiantado a alterar sus hábitos alimentarios.

“El estudiantado a veces pasa hambre, durante todo el día, a veces comen una sola vez. Es bien triste porque hemos normalizado esto”, contó Lugo López.

Esta situación se hace más compleja si se considera que el 62% de los estudiantes encuestados en el Recinto sobrevive con menos de $500 mensuales en momentos en que  los precios de los alimentos incrementan en los supermercados y en los lugares que venden alimentos preparados. Según datos de la Cámara de Mercadeo, Industria y Distribución de Alimentos (MIDA), en el 2024 los puertorriqueños experimentaron un aumento de 2% en el dinero que gastan en el supermercado cada mes ($452) en comparación con ese gasto en el 2018 ($445).

“Yo no quiero a mis estudiantes arrastrándose para terminar un bachillerato, una maestría o un doctorado. No hay que vivir así, [pero] así es que están viviendo los estudiantes”, lamentó la profesora Rosa Rodríguez.

Aunque dentro del campus existen opciones para comprar alimentos, como merenderos y cafés, los costos de los productos no necesariamente responden a la realidad económica del estudiantado, reconoció la presidenta del CGE.

“Esos precios crean otro problema. Si tú ves, IUPICOOP [Café] cierra a las 4:00 p.m. y aquí hay clases hasta las 9:00 p.m. y algunas se extienden. Llega cierta hora y no tienes nada que comer”, mencionó la estudiante del Departamento de Estudios Interdisciplinarios de la Facultad de Humanidades.

El CPI visitó tres de las opciones para comprar alimentos en el Recinto: IUPICOOP Café, Boca a Boca y los Merenderos cerca de la Facultad de Ciencias Sociales, para evaluar los precios ofrecidos a estudiantes. En promedio un estudiante necesitaría, como mínimo, $12 para costear un almuerzo con alguna bebida en alguno de estos espacios, lo que ascendería a $48 si se almuerza allí al menos cuatro veces por semana. El primer nivel del Centro de Estudiantes, donde anteriormente se ubicaban varios establecimientos de comida rápida, que aunque de menor calidad eran más económicos, permanece cerrado desde el 2017, confirmó el CPI.

Aunque los alumnos cuentan con opciones de microondas en algunas de las facultades, cuando no hay electricidad, algo frecuente en la Universidad en los últimos años, esa opción no está disponible, reconocieron los académicos. Y no existen opciones para refrigerar alimentos.

“Me molesta un poco cuando la administración piensa que está resolviendo algo poniendo un microondas cuando los microondas no materializan alimento. Se presume que la gente trae lonchera de la casa. Pero ¿y la gente que se hospeda y no tiene cocina? ¿Qué tipo de alimento pueden llevarse, si es que consiguen alimentos? La verdad es que la nutrición en la Universidad es bien triste”, cuestionó Lugo López, quien añadió que otro problema son las largas filas que se forman para usar estos equipos.

En años recientes, diversas iniciativas ofrecen alimentos a los estudiantes de la UPRRP. Por ejemplo, desde el 2010, Mesón de Amor, un proyecto de la organización de base de fe externa a la UPR, Corporación Casa Amor, Fe y Esperanza, provee alimentos a estudiantes universitarios de escasos recursos. En alianza con la Oficina de Calidad de Vida del Recinto entregan 100 compras mensuales, dijo Gladys Belkis Ortiz de Moya, fundadora de la iniciativa. Además, el semestre pasado trabajaron en alianza con el CGE, a quienes le dieron “la materia prima para que prepararan 100 almuerzos al mes”.

Según Ortiz de Moya, a cambio de los alimentos, los estudiantes del Recinto colaboran como voluntarios ayudando en la preparación de comida, distribución de compras o limpieza del espacio.

Sin techo seguro y sin residencias estudiantiles

Otro de los principales retos que enfrentan los estudiantes de la UPRRP es la falta de vivienda. El estudio indica que el 9% de los estudiantes entrevistados experimentaron el sinhogarismo 30 días antes de la encuesta. Indicaron que no contaban con una vivienda y reconocieron haber dormido alguna vez en algún refugio, trailer o camper, quedándose con un pariente, algún amigo, en un hotel o motel, en vivienda de transición o en un programa residencial para salud mental, un centro de tratamiento, en la calle, la acera o un callejón, en áreas de acampar, parques, playas, ríos o debajo de un puente.

Unos 325 estudiantes (30%) que participaron en la encuesta informaron que, en los 30 días previos al estudio, a pesar de tener un techo, la inestabilidad financiera les obligó a tardar en pagar la renta, los servicios esenciales, como electricidad, agua potable o gas, o tener que mudarse constantemente.

Los investigadores concluyen que el incremento en los costos de las viviendas en Puerto Rico, sumado al cierre de hospedajes estudiantiles y las pocas opciones de vivienda accesible en el casco urbano de Río Piedras han obligado a muchos estudiantes a abandonar la Universidad. El Recinto cerró dos residencias estudiantiles — Torre Norte en 2018 y Resicampus en 2020 — , que tras el huracán María en 2017 quedaron seriamente afectadas y no se han reparado.

En el caso de Resicampus, una estructura de nueve pisos y 61 apartamentos, está en proceso de remodelación desde su cierre en 2020, y se espera que concluya en septiembre. La reconstrucción conllevó un costo de $20,030,000. Como parte de la remodelación, la capacidad original de 366 estudiantes se verá reducida a 233 alumnos (-36%).

En el caso de la residencia Torre Norte, en las afueras del Recinto de Río Piedras, será demolida para dar paso a un nuevo hospedaje. El proyecto espera por un estudio de viabilidad que permita a la UPR liberar $18.8 millones que la Junta de Control Fiscal mantiene en reserva hasta que la Universidad cumpla con determinados requisitos. La UPR necesita ese dinero para parear fondos estatales para la construcción de la nueva residencia estudiantil. Torre Norte llegó a albergar hasta 437 estudiantes.

Otra medida que impulsa el Recinto es la construcción de un nuevo proyecto de vivienda estudiantil en la aledaña Urbanización Hyde Park de Río Piedras por medio de un Memorando de Entendimiento con el Departamento de la Vivienda para acceder a $2,469,854 bajo el Programa de Mitigación para Viviendas de Interés Social. El proyecto recibió el aval de la Junta de Gobierno de la UPR el pasado 30 de enero.

“La vida que cambió en la Universidad impactó al casco urbano de Río Piedras. No hablar de gentrificación y de desplazamiento sería obviar el tema. Una serie de viviendas que típicamente estaban disponibles a precios accesibles para la comunidad universitaria ya no lo están. Lo que era Río Piedras como ciudad universitaria dejó de existir precisamente por esa relación con el desplazamiento”, apuntó la profesora Rosa Rodríguez.

La presidenta del consejo estudiantil añadió que hay una “relación definitiva” entre el cierre de residencias universitarias con los estudiantes que han enfrentado el sinhogarismo.

“Cerrar las residencias en la Universidad fue nefasto. Tengo compañeros que viajan desde sus pueblos. Por ejemplo, tenía un compañero en la clase de francés que viajaba desde Mayagüez (158 kilómetros) todos los días, porque el programa que necesitaba era acá. Si un día se le dañaba el carro, se chavó ese día”, relató.

Según datos de la Oficina de la Comisionada de Instituciones Financieras (OCIF), el precio promedio de las viviendas en Puerto Rico para 2023 es de $193,356, lo cual refleja un aumento de 9.6% desde 2022. De acuerdo con la organización Puerto Rico Real Estates, el pago mensual de alquiler en áreas urbanas oscila entre $700 por un apartamento de un cuarto y $2,000 por uno con dos habitaciones.

“Nosotros [los estudiantes] no podemos comprar casas aunque queramos. Las condiciones no están. Lo que pasa es que piensan que no queremos, pero es que no podemos por las condiciones económicas”, dijo Lugo López.

“La falta de acceso a una vivienda adecuada puede tener efectos severos en la salud mental y física, así como en el rendimiento académico de estudiantes afectados”, dijo, por su parte, la investigadora Rosa Rodríguez.

La Corporación Casa Amor, Fe y Esperanza, también ofrece hospedajes a precios más módicos para estudiantes universitarios, dijo Ortiz de Moya.

“Con la iniciativa Duerme Tranquilo, hospedamos a 16 estudiantes en el Seminario Evangélico [frente al Recinto] y tres internacionales en el Mesón de Amor. A cada estudiante se le pide un estipendio de $200 al mes, pero el espacio, además de su cuarto, tiene sala, cocina compartida y baño. Sólo nos aseguramos de que sean estudiantes universitarios, que tengan progreso académico y que no puedan pagar un hospedaje”, explicó.

La entidad entabló un acuerdo colaborativo con la Universidad para ocupar y administrar el Edificio Puerto Rico, en la intersección entre la Avenida Universidad y la Avenida José N. Gándara, para convertirlo en viviendas para estudiantes, añadió Ortiz De Moya. Espera que el espacio pueda empezar a hospedar estudiantes en agosto de este año.

Una generación sobre ruedas, pero ¿a qué costo?

Ante la falta de viviendas estudiantiles o a precios justos en la periferia del Recinto, la mayoría de los estudiantes encuestados opta por viajar en carro desde puntos más distantes, lo que conlleva gastos de gasolina y, en ocasiones, peajes. En la encuesta, 802 estudiantes (72%) indicaron que usan un carro propio, y de estos, el 42% dijo que tardan hasta 30 minutos en llegar a la Universidad. El 37% tarda una hora y el 15.4% más de una hora entre su casa y el Recinto. Un carro compacto básico puede llegar a costar mínimamente unos $25,000, corroboró el CPI a través de varios concesionarios en San Juan.

“Los estudiantes se están quedando en casa de sus papás, porque no pueden pagar una vivienda independiente. Pero esto conlleva otros costos de mantenimiento de auto, gasolina, peaje y otros costos que afectan al estudiante. Resuelven un asunto económico por un lado, pero trae otros niveles de costos”, comentó Yamil Ortiz Ortiz, investigador auxiliar del Centro de Investigaciones Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales.

El resto de opciones de movilidad, como el Tren Urbano, la AMA, bicicletas, motora, patineta o Uber son alternativas menos usadas, evidencia el estudio.

Un panorama desalentador para la retención estudiantil

Los retos para satisfacer una calidad de vida óptima mientras se estudia llevan a uno de cada cuatro estudiantes de la UPRRP (40%) a considerar darse de baja total de sus estudios, concluye el estudio.

Para los investigadores, esta realidad “representa una incidencia alta”, en comparación con estudios que consultaron de universidades en Estados Unidos, por lo que alertaron que “es indispensable atenderlo”. De acuerdo con datos de la División de Investigación Institucional y Avalúo del Recinto, en promedio, la tasa de retención de estudiantes subgraduados es de un 64%. Las universidades de Estados Unidos promedian una tasa de retención de 76.4%, según el National Student Clearinghouse.

“Este informe nos brinda un mapa que nos puede ayudar a exigir que se entienda estas cosas con premura, que esto está totalmente ligado a la retención. Los estudiantes están pensando en irse por las condiciones económicas de sus familias, que hacen esfuerzos extraordinarios para tener a sus hijos aquí y poder tener un futuro diferente. Eso se tiene que tomar en consideración cuando estamos hablando, por ejemplo, del cierre de programas académicos”, señaló la presidenta del CGE.

Esta realidad supone amplios retos para retener a los estudiantes, toda vez que los encuestados dijeron sentir una relación “media” con la institución, los servicios y ayudas que ofrece e incluso con las actividades recreativas que fomenta la administración universitaria. Esto, según los investigadores, podría reducir aún más la matrícula en el Recinto de Río Piedras que en 2024 observó una disminución de 34% en las solicitudes de admisión en comparación con las que contó la institución en el año académico 2017-18 (18,427).

“Los resultados en esta área reflejan que hay que fortalecer el sentido de pertenencia del estudiantado de la IUPI hacia su universidad. Creemos que las diversas situaciones que atraviesa el estudiantado actualmente, como es la necesidad de trabajar, dificulta que se involucren en actividades extracurriculares las cuales ayudan a fomentar un sentido de pertenencia”, reconoció el grupo de investigadores que esperan presentar los hallazgos ante la Junta de Gobierno de la UPR, la gobernadora, Jenniffer González, la Legislatura e incluso ante la Junta de Control Fiscal.

Los datos fueron recopilados entre mayo de 2023 y febrero de 2024 y participaron 1,116 estudiantes de los cuales 745 (69%) se identificaron como mujeres, 339 (31%) hombres, y menos de un uno por ciento se identificó (0.1%) como persona intersexual. La muestra del estudio representa el 9% de los 12,827 estudiantes matriculados en el recinto durante el año académico 2023-24.

Los investigadores se han embarcado a una segunda fase del estudio en la que puedan profundizar en ciertos temas de preocupación que permitan entender el cómo y el por qué los estudiantes se enfrentan a estos retos.

“Hay varios hallazgos que nos chocaron y que nos han conmovido verdaderamente el corazón. Por ejemplo, el hallazgo de que uno de cada cuatro estudiantes padece de inseguridad alimentaria, es una variable que queremos profundizar en términos de conocer cómo ellos lidian en el día a día para conseguir su alimentación, de qué fuentes la obtienen, sabemos que muchos pasan hambre… queremos que nos hablen de esa experiencia”, mencionó Pérez Jiménez.

Esta historia es posible mediante una colaboración entre el Centro de Periodismo Investigativo y Open Campus.

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